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OPA infinito, así era El Compañerito

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Aquí estoy, de madrugada y asustado. Sentado en la máquina de mi papá, OPA, le decíamos en la casa, con sus teclas desgastadas, su compañera de tantos años, generosa en sabiduría y experiencia. Quizá ella me inspire nuevamente. Estoy también en su silla, su biblioteca que siempre fue y sigue siendo el lugar donde terminamos todos sus hijos haciendo cualquier cosa.

Esta biblioteca la mandó a hacer mamá, es una división de su gran sala, a mi derecha sus diccionarios, al frente su colección de biografías, arriba los clásicos; españoles, árabes, americanos. A la izquierda una vitrina con decenas de reconocimientos y condecoraciones. El resto es una colección inmensa de libros de cualquier género, revistas, recortes de periódicos seleccionados en carpetas.

Sentado en la redacción, escribiendo en una legendaria máquina de escr4ibir Remington

A tres meses de tu luz

Ya van casi tres meses de su ausencia y ante la intimidante presencia de Joyce, Faulkner, Gallegos, Uslar, Unamuno, Job Pim (Francisco Pimentel) varias decenas de libros con toda la historia política de Venezuela, me atrevo a escribir una líneas, a los amigos que de todas partes del mundo le escribieron a la familia por su partida.

A todos, gracias. Omar Pérez, decía su amigo Simón Alberto Consalvi, tenía la capacidad de decir en palabras ligeras las cosas más complicadas y convertirlas en graciosos pasajes. Los hizo textos, los hizo anécdotas, crónicas, reseñas; era su forma de vivir: como un periodista.

OPA o El Compañerito

Por cierto le decíamos OPA, precisamente porque así firmaba en los periódicos.

Simón (Alberto Consalvi) le encomendó hacer varias de las biografías de la colección de El Nacional y disfrutó mucho escribirlas, porque en cada una de ellas, no sólo retrataba la vida de los biografiados, sino que además, tenía la capacidad de hacerlas tan cercanas, tan contextuales, tan íntimas, que podía revivir cada momento.

Eso lo hacía a diario también en la casa, a quien llegaba a hablar con él, le podía contar a detalle como asesinaron a Leonardo (Ruiz Pineda) o cómo era Miguel Otero, cuando dirigía el Nacional o cómo fuel el paro de la prensa del 58 o sobre la carrera política de cientos de actores de la vida política, pero también de deportistas, porque el amor por el deporte también lo tuvo hasta el último de sus días, cuando seguía con atención lo que pasaba en la Serie Mundial.

Papá, cada día se informaba de lo que pasaba en el mundo, en la política, en la vida complicada y en la simple.

Asimismo, La memoria de OPA era sin dudas su mejor herramienta, tenía la habilidad de recordar las cosas a detalle y contar sólo las partes buenas, las formas nobles de las personas, estuvieran vivas o muertas, fueran sus amigos o no, o si coincidieran ideológicamente. Esa fue una decisión de vida que lo hizo vivir 96 años feliz.

Quienes lo conocieron, estarán de acuerdo conmigo, que murió joven.

Cuando el viejo se va

Dicen que uno, al partir un ser querido, debe incorporar con más ímpetu sus talentos y convicciones a su vida, lo mejor; no está tan fácil, por ahora, como un tributo voy a compartir algunas fotografías, textos, recuerdos.

Tomé prestado los álbumes familiares para escanear algunas de sus fotografías, son muchas, relatan una vida intensa. Es como ver una película de época, lo alcanzo a recordar en la redacción de El Universal, flanqueado siempre por los secretarios de redacción, con una máquina de escribir y un marcador rayando cuartillas, titulando, siempre jodiendo.

No los puedo enumerar, la verdad es muy difícil. Recibí cientos de mensajes, apenas la semana pasada Mario Villegas, me hizo llegar un texto en el que muestra la dimensión de quien fue mi padre en unas líneas que le dedicó cuando asumía alguna de sus responsabilidades.

Pero quiero destacar algunas de las más sentidas. Sebastián de la Nuez, desde España, dedicó un tiempo valiosísimo y en sendas crónicas hizo una esquela brillante del trabajo de papá como periodista.

Levi Benshimol, desde hace años tiene en su foto de perfil en Facebook, una foto que le hicieran juntos. Cuando bautizaban uno de sus libros y Goyo Salazar, inmenso, escribió también unas letras con el más profundo sentimiento de gremio.

Otro gigante, Manuel Isidro Molina, se vino a la casa y junto a papá pasamos un par de semanas leyendo y compilando textos. Manuel fuel el editor de sus dos últimos libros de manera digital publicó: “Cuando éramos felices y…” y un compilados de anécdotas. Gracias.

No bastan los recuerdos de OPA

Estoy seguro que se me escapa gente, la verdad, sigue siendo muy difícil sobrellevar este momento. Les aseguro que cada palabra la llevo en el corazón. Todos en la familia compartimos el sentimiento.

Aquí parte de las fotos. Mañana colocaré otra colección, junto al texto que escribí en ocasión al día que llevamos sus cenizas a la ermita donde también reposan las cenizas de mamá, aunque ellos no están ahí. Sus almas están donde está la luz.

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